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La Adicción al Juego y los manuales psiquiátricos

El DSM 5 reconoce el juego patológico como una adicción. ¿Pero hasta que punto esto es un triunfo en un manual cada vez más cuestionado?

La adicción al juego es una realidad que conocemos y sobre la que intervenimos numerosos educadores sociales. Independientemente de que se le llame “juego patológico”, “trastorno del control de impulsos” o “adicción al juego”.
El hábito no hace al monje, pero es agradable que en la última revisión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos  Mentales (DSM-5), este problema ya sea reconocido por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA) como un trastorno adictivo.
En la anterior versión (DSM-IV), se clasificaba como un trastorno en el control de impulsos. Todas las adicciones (con o sin sustancias) muestran un problema de control de impulsos. El juego patológico cumple, además, con los otros síntomas. 
Preocupación, fracasos en los intentos de abstinencia, emplearlo como estrategia frente a la disforia, engaño y mentiras, doble vida, actos ilegales para financiar la adicción, deterioro  de las relaciones sociales y en del ámbito profesional y/o educativo, etc… Son destacables los puntos 2 y 4 de los criterios diagnósticos en el DSM-IV-TR.
2.- Necesidad de jugar cantidades crecientes de dinero para conseguir el placer deseado.   Que no es otra cosa que Tolerancia, por la que cada vez hace falta más.
4.- Inquietud e irritabilidad cuando intenta interrumpir el juego.   Que es la Abstinencia con toda su sintomatología general.
El proceso de aparición y consolidación de la adicción al juego sigue el mismo proceso y los parámetros que apunta la OMS para las adicciones. 
Los tratamientos más adecuados y eficaces, emplean las mismas herramientas y estrategias. Debidamente personalizadas a cada realidad individual.
Aun así han tenido que pasar  más de 30 años para reconocerlo como una adicción.
El DSM esta cuestionado desde diversos colectivos y profesionales.
Pero el mayor cuestionamiento tal vez venga de uno de sus directores. Allen Frances. Catedrático emérito de la Universidad de Duke, que dirigió al equipo que creo el DSM-IV. En una entrevista afirmaba que con  los nuevos criterios del DSM 5 cualquiera se reconoce en varias de las patologías, a la vez que denunciaba la presión de las farmacéuticas. 
Las enfermedades físicas las descubrimos, las mentales nos las inventamos. De acuerdo a la sensibilidad social y los avances de la investigación, se evidencian una serie de síntomas que estadísticamente suceden juntos o de forma relacional y se les pone una etiqueta. El DSM no es “la biblia” como  gustan de llamarle algunos psiquiatras, es un manual.
Un ejemplo de esta “invención acomodaticia” es el trato dado a la homosexualidad. Hasta 1973 estaba considerado un trastorno mental, con lo que ello supuso para multitud de personas, a las que la ciencia les decía que estaban enfermas, no las religiones o los miedos sociales, sino la ciencia. Pero la APA no fue la única.  El C.I.E. de la OMS, la mantuvo como enfermedad  hasta su décima revisión en 1992. El Ministerio de Salud de la Federación Rusa la retiró como patología en 1999 y en la Sociedad China de Psiquiatría perduró hasta el 2001. 
¿Qué diagnósticos se estarán realizando ahora, qué veremos con vergüenza dentro de unos años?
En cualquier caso considerar la ludopatía como un trastorno adictivo favorece que podamos tener una visión más correcta de esta conducta, pudiendo realizar una detección temprana, plantear intervenciones más adecuadas e incluso realizar labores de prevención más acertadas y eficaces. Este es el campo donde hemos de volcar más energías, prevenir y evitar los procesos adictivos. La recuperación existe, pero el coste humano es alto y suele dejar cicatrices. Sin perder de vista que tras la legalización del juego en línea, los problemas de adicción al mismo y sobre todo en menores se están multiplicando.

Fuentes:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/09/26/actualidad/1411730295_336861.html
http://www.papelesdelpsicologo.es/pdf/2491.pdf

 

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